martes, 8 de noviembre de 2016

Soya Transgénica: Este “Alimento Saludable” Vendido en los Supermercados Mató a Ratones Bebé en Tres Semanas

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El biólogo Arpad Pusztai tenía más de 300 artículos y 12 libros en su nombre y era el principal experto mundial en esta área.
Pero cuando descubrió accidentalmente que los alimentos transgénicos o genéticamente modificados son peligrosos, se convirtió en el chico malo de la industria de la biotecnología, sirviendo como ejemplo a otros científicos para que pensaran en hacerle frente al problema.
A principios de 1990, el Dr. Pusztai fue premiado con una beca de $3 millones por el gobierno del Reino Unido para diseñar el sistema de pruebas de seguridad para los transgénicos.
Su equipo estaba integrado por más de 20 científicos que trabajan en tres plantas, incluyendo al Instituto Rowett en Aberdeen, Scotland, el laboratorio de investigación nutricional con más prestigio en el Reino Unido, y su empleador durante los últimos 35 años.
Se suponía que los resultados del trabajo de Pusztai debían convertirse en los protocolos de prueba necesarios para toda Europa. Pero cuando alimentó con papas transgénicas supuestamente inofensivas a las ratas, las cosas no salieron como lo había planeado.
Durante sólo 10 días, los animales desarrollaron potencialmente crecimiento de células pre-cancerosas, cerebro, hígado y testículos más pequeños; hígados parcialmente atrofiados, y un sistema inmunológico deteriorado. Por otra parte, la causa era casi segura de los efectos secundarios del propio proceso de los transgénicos. En otras palabras, los alimentos transgénicos en el mercado, que son creados por su mismo proceso, podrían tener efectos similares en los humanos.
Con el permiso de su director, Pusztai fue entrevistado en televisión y expresó su preocupación por los alimentos transgénicos. Se convirtió en un héroe en su instituto - durante dos días.
Luego vinieron las llamadas telefónicas de la oficina del primer ministro pro-transgénicos al director del instituto. A la mañana siguiente, Pusztai fue despedido. Fue amenazado silenciosamente con una demanda, su equipo fue desmantelado, y los protocolos nunca fueron implementados. Su Instituto, la industria de la biotecnología, y el gobierno del Reino Unido, juntos lanzaron una campaña de desprestigio para destruir la reputación de Pusztai.
Con el tiempo, una invitación para hablar ante el Parlamento levantó la orden de secreto de sumario y su investigación fue publicada en la prestigiosa revista The Lancet. No hay estudios similares que hayan probado detalladamente el consumo diario de alimentos transgénicos en los estadounidenses.

Irina Ermakova

Irina Ermakova, una científica de la Academia Nacional de Ciencias de Rusia, se sorprendió al descubrir que más de la mitad de las ratas bebés en su experimento murieron en un lapso de tres semanas. Ella había alimentado a las madres con harina de soya transgénica comprada en un supermercado. Sin embargo, los bebés de las madres alimentadas con soya natural no transgénica, sólo sufrieron una tasa de mortalidad del 10%. Ella repitió su experimento tres veces obteniendo resultados similares.
La Dra. Ermakova reportó sus hallazgos preliminares en una conferencia en octubre de 2005, solicitando a la comunidad científica replicar su estudio. En cambio, ella fue atacada y deshonrada. Su jefe le dijo que dejara de hacer más investigación sobre transgénicos. Las muestras fueron robadas de su laboratorio, e incluso le prendieron fuego a un documento que estaba en su escritorio. Uno de sus colegas trato de consolarla diciendo: "Tal vez la soya transgénica va a resolver el problema de la sobrepoblación."
De las críticas, en su mayoría falsas, dirigidas en contra de Ermakova, una era lo suficientemente importante como para poner en duda la causa de las muertes. Ella no realizó un análisis bioquímico de la alimentación. Sin ese análisis, no sabemos si alguna toxina pícara haya contaminado la harina de soya. Pero los acontecimientos más recientes sugieren que lo que causó la alta mortalidad infantil no era algo singular de la bolsa de harina transgénica.
En noviembre de 2005, el proveedor de alimentos para ratas del laboratorio donde trabajaba Ermakova comenzó a utilizar la soya transgénica en la formulación. Ahora todas las ratas están comiéndola. Después de dos meses, Ermakova preguntó a otros científicos acerca de la tasa de mortalidad infantil en sus experimentos. Ya se había disparado a más del 55 por ciento.
Han pasado cuatro años desde que se reportaron estos hallazgos. Hasta ahora nadie ha repetido el estudio de Ermakova, a pesar de que solo costara unos pocos miles de dólares.

Andrés Carrasco

El embriólogo Andrés Carrasco dijo a un periódico líder de Buenos Aires sobre los resultados de su investigación sobre el Roundup, el herbicida vendido en conjunto con los cultivos transgénicos Roundup Ready de Monsanto.
El Dr. Carrasco, quien trabaja en el Ministerio de Ciencia de Argentina, dijo que sus estudios en anfibios sugieren que el herbicida podría causar defectos en el cerebro, intestinos y el corazón de los fetos. Por otra parte, la cantidad de Roundup utilizado en campos de soya transgénica era tanto como 1,500 veces mayor que la cantidad que crea los defectos.
Trágicamente, su investigación se había inspirado en la experiencia de los campesinos desesperados y comunidades indígenas que sufrían de la exposición a herbicidas tóxicos que se utilizan en los campos de soya transgénica en todo el país de Argentina.
De acuerdo con un artículo en la revista Grain, la industria biotecnológica "lanzó un ataque sin precedentes contra Carrasco, ridiculizando su investigación e incluso emitiendo amenazas personales”. Además, cuatro hombres llegaron sin previo aviso a su laboratorio y se pusieron extremadamente agresivos, intentando interrogar a Carrasco y obtener detalles de su estudio. "Fue una reacción violenta, desproporcionada y sucia", dijo. "Yo ni siquiera había descubierto nada nuevo, sólo confirmé las conclusiones que otros habían obtenido."
La asociación Argentina de Abogados Ambientalistas presentó una petición solicitando la prohibición de Roundup, y el Ministerio de Defensa prohibió la soya transgénica de sus campos.

Judy Carman

La Epidemióloga Judy Carman acostumbraba investigar los brotes de enfermedad para el gobierno estatal en Australia. Ella sabe que los problemas de salud asociados con los alimentos transgénicos podrían ser imposibles de rastrear o podría tomar décadas para descubrirlos. Por otra parte, los estudios superficiales de alimentación animal a corto plazo por lo general no evalúan la "bioquímica, inmunología, patología del tejido, la función intestinal, la función hepática y la función renal" y son demasiado cortos para detectar el cáncer o la salud reproductiva o del niño.
La Dra. Carman ha criticado el proceso de aprobación de los transgénicos en nombre de la Asociación de Salud Pública de Australia y habla abiertamente sobre sus preocupaciones. Como resultado, ella es atacada repetitivamente. Los científicos pro-transgénicos amenazaron con acciones disciplinarias a través de su Vice-Canciller, y circularon una carta difamatoria a funcionarios del gobierno y de la universidad.
Carman fue becada por el gobierno de Australia Occidental para llevar acabo algunos de los pocos estudios sobre la alimentación de transgénicos en animales a largo plazo. Al parecer, preocupados por lo que podría encontrar, los defensores de los transgénicos escribieron cartas al gobierno exigiendo que se retirara la subvención. Un científico trató de convencer al ministro de Agricultura de Australia Occidental que se había realizado suficiente investigación de seguridad y por lo tanto que debería cancelar la subvención.

Sin embargo, como su evidencia  presentó un informe resumiendo solo 60 estudios de alimentación animal transgénica - una cantidad infinitesimal de la investigación para justificar la exposición de toda la población a los alimentos transgénicos.
Una investigación más profunda, sin embargo, reveló que la mayoría de los 60 no eran estudios de seguridad en absoluto. Eran estudios de producción, que media, por ejemplo, el peso a canal de los animales. Sólo 9 contenían datos aplicables a la salud humana. Y 6 de los 9 mostraron efectos adversos en los animales que consumieron piensos transgénicos
Por otra parte, hubo varios otros estudios con resultados adversos que fueron misteriosamente ausentes en la compilación. Carman señala que el informe "no respalda los argumentos de que los cultivos transgénicos son seguros para consumir. Por el contrario, proporciona evidencia de que los cultivos transgénicos pueden ser perjudiciales para la salud."
Cuando el Gobierno occidental se negó a retirar la subvención, los opositores interfirieron exitosamente con la relación de Carman y la universidad, donde iba a hacer la investigación.

Terje Traavik

El prominente virólogo Terje Traavik presentó datos preliminares en una reunión en febrero del 2004 en la Conferencia del Protocolo de Bioseguridad de la ONU, demostrando que:
  1. Los Filipinos que viven al lado de un campo de maíz transgénico desarrollaron síntomas graves mientras el maíz polinizaba;
  2. El material genético insertado en los cultivos transgénicos se transfirió a los órganos de ratas después de una sola comida, y
  3. Las supuestas claves de seguridad sobre virus transgénico fueron anuladas, poniendo en duda la seguridad del uso de estos virus en las vacunas.
La industria biotecnológica atacó sin piedad al Dr. Traavik. ¿Cuál fue la excusa? – él presentó una obra inédita. Presentar datos preliminares en conferencias profesionales es una larga tradición en la ciencia, algo que la propia industria biotecnológica invocó en 1999 para tratar de contrarrestar la evidencia de que las mariposas estaban en peligro por el maíz transgénico.
Irónicamente, tres años después de atacar a Traavik, los mismos defensores de la biotecnología criticaron duramente una publicación revisada por pares por no citar datos no publicados que no se habían presentado en una conferencia. El trabajo muestra cómo el escurrimiento de desechos de maíz transgénico puede matar a las "Tricópteros o Frigáneas", que pueden alterar gravemente los ecosistemas marinos. El estudio desató una tormenta de ataques contra su autor, la ecologista Emma Rosi-Marshall, la cual la revista Nature describió en un artículo publicado en septiembre de 2009 como una "lluvia de abuso."

Las Compañías Evitan Estudios Sobre Cultivos Transgénicos

Cuando la ecologista Allison Snow de la Universidad Estatal de Ohio descubrió los efectos secundarios problemáticos en girasoles transgénicos, Pioneer Hi-Bred International y Dow AgroSciences bloquearon la investigación adicional mediante la retención de semillas y genes transgénicos.
Después de que Marc Lappe y Britt Bailey encontraron reducciones significativas en isoflavonas que combaten el cáncer en la soya transgénica de Monsanto, el vendedor de semillas, Hartz, les dijo que ya no podían proporcionar muestras.
La investigación realizada por un genetista de plantas en una universidad líder en Estados Unidos también se vio frustrada cuando dos empresas le negaron el maíz transgénico. De hecho, casi no se llevan a cabo estudios independientes capaces de  encontrar problemas. De acuerdo con un artículo de opinión mordaz en la revista Scientific American de agosto de 2009,
"Las compañías de Agritech han dado a sí mismos el poder de vetar el trabajo de los investigadores independientes...Sólo los estudios que las empresas de semillas han aprobado llegan a la luz de una revista revisada por pares."
Un grupo de 24 científicos de insectos de maíz protestaron esta restricción en una carta presentada a la Agencia de Protección Ambiental. Advirtieron que la imposibilidad de acceder a las semillas transgénicas de las empresas de biotecnología significa que no puede haber una investigación verdaderamente independiente sobre las cuestiones críticas. Los científicos, por supuesto, no se identificaron por temor a represalias por parte de las empresas.
El acceso restringido no se limita a los Estados Unidos. Cuando un científico japonés quiso llevar a cabo estudios de alimentación animal con semillas de soya transgénica bajo revisión en Japón, tanto el gobierno como el fabricante de la soya DuPont se negaron a darle cualquier muestra. El profesor húngaro Bela Darvas descubrió que el maíz transgénico de Monsanto pone en peligro a las especies en su país. Monsanto inmediatamente limito sus suministros.
El Dr. Darvas más tarde dio un discurso sobre sus conclusiones preliminares y descubrió que un informe falso e incriminatorio sobre su investigación estaba circulando. Provenía de una empleada de relaciones públicas de Monsanto, que afirmó que misteriosamente apareció en su escritorio - por lo que lo envió por fax.

Contaminación por Transgénicos: No Pregunte y Definitivamente No lo Comente

En 2005, un científico había recogido muestras de semillas de todas partes de Turquía para evaluar el grado de contaminación con variedades transgénicas. De acuerdo con el Turkish Daily News, justo antes de haber completado la prueba, fue reasignado a otro departamento y fue negado el acceso a su laboratorio.
La transferencia inesperada puedo haber salvado a este científico turco de un destino aún peor, en caso de haber descubierto y reportado la contaminación.
Pregúntele Ignacio Chapela, ecólogo microbiano de la UC Berkeley. En 2001, descubrió que las variedades indígenas de maíz en México - la fuente de la diversidad genética mundial de maíz había sido contaminada a través de la polinización cruzada con variedades transgénicas.
El gobierno tenía una prohibición contra el maíz transgénico para evitar precisamente esta posibilidad, sin embargo, al parecer el maíz importado a los Estados Unidos para alimento ha sido plantado.
El Dr. Chapela presentó el hallazgo a Nature, y como una cortesía que luego se arrepintió, informó al gobierno mexicano sobre la pendiente de publicación. Él fue llamado para reunirse con un director furioso de la Comisión de Bioseguridad y Transgénicos. La confirmación de contaminación de Chapela dificultaría la introducción de maíz transgénico. Por lo tanto el hombre superior de biotecnología del gobierno exigió que retirara su artículo. Según Chapela, el funcionario lo intimido y lo amenazo, incluso le menciono: "Sabemos a qué escuela van tus hijos."
Cuando el traumatizado Chapela todavía no daba marcha atrás, el director de Agricultura más tarde le envió un fax diciendo que a causa de su trabajo científico, Chapela sería considerado personalmente responsable por todos los daños causados ​​a la agricultura y a la economía en general.
El día en que el articulo Chapela fue publicado, Mary Murphy y Andura Smetacek comenzaron a publicar mensajes a una lista de correo llamada biotecnología AgBioWorld, distribuido a más de 3,000 científicos. Ellos afirmaban falsamente que Chapela fue parcial, que su papel no había sido revisado por expertos, que Chapela era "ante todo un activista," y que su investigación se publicó en complicidad de ambientalistas. Poco después, cientos de mensajes aparecieron, repitiendo o embelleciendo las acusaciones. La lista de correos lanzó una petición y hostigo a Nature con una campaña internacional exigiendo retracción.
La Universidad de Berkeley también recibió cartas de todo el mundo tratando de convencerlos de no conceder la tenencia de Chapela. Él tenía bastante apoyo por su universidad y su departamento, pero los influyentes internacionales de biotecnología era demasiado grandes. La tenencia de Chapela fue negada. Después de que él presentó una demanda, la universidad finalmente cambió su decisión.
Cuando los investigadores posteriormente analizaron las características de correo electrónico enviados por los agitadores Mary Murphy y Andura Smetacek, los dos no resultaron ser ciudadanos comunes y corrientes decían. Según The Guardian, ambos fueron nombres fabricados utilizados por una empresa de relaciones públicas que trabajaba para Monsanto. Algunos de los correos electrónicos de Smetacek también tenían la dirección de protocolo de Internet de gatekeeper2.monsanto.com - servidor propiedad de Monsanto.

La Ciencia y el Debate Actúan Silenciosamente

Los ataques contra los científicos han cobrado su factura. Según el Dr. Chapela, existe una prohibición de los científicos a hacer "ciertas preguntas y a la búsqueda de ciertos resultados". Él dice: "Es muy difícil para nosotros publicar algo sobre en este área. La gente tiene miedo". Le dijo a Nature que los jóvenes "no investigan esta área precisamente porque están desalentados por lo que ven."
La miembro del Parlamento de Nueva Zelanda, Sue Kedgley, dijo a una Comisión Real en 2001: "En lo personal he sido contactada por teléfono y correo electrónico por un gran número de científicos que tienen serias dudas sobre aspectos de la investigación que se está llevando a cabo... y los lazos cada vez más estrechos que se están desarrollando entre la ciencia y el comercio, pero quien está convencido de que si expresan estos temores públicamente... o incluso si se hacen las preguntas incómodas y difíciles, serán despedidos de su trabajo".
El biólogo de la Universidad de Minnesota, Phil Regal declaró ante la misma Comisión, "Creo que las personas que impulsan la ingeniería genética van a tener que hacerse responsables y pedir perdón, como lo hizo el Papa en la inquisición". Sue Kedgley tiene una idea diferente. Ella recomienda que "establezcamos ensayos clínicos humanos utilizando como voluntarios a los científicos de ingeniería genética y a sus familias, porque debido a que están tan convencidos de la seguridad de los productos que están desarrollando, sin duda alguna serian voluntarios para formar parte de un ensayo clínico en humanos."
Para aprender más acerca de los peligros para la salud de los transgénicos, y lo que puede hacer para ayudar a terminar con la ingeniería genética de nuestro suministro de alimentos, visite www.ResponsibleTechnology.org 
Para saber cómo elegir las marcas más saludables libres de transgénicos, visite http://www.responsibletechnology.org/resources/resourcesinspanish
Sobre el Autor
El autor y director de cine, internacionalmente reconocido, Jeffrey Smith es el portavoz principal de los peligros para la salud de los transgénicos. Su primer libro, Seeds of Deception, es el libro de mayor venta a nivel mundial sobre este tema. Su segundo,Genetic Roulette, proporciona una evidencia abrumadora de que los transgénicos no son seguros y no deberían haberse creado.
El Sr. Smith es el director ejecutivo del Instituto para la Tecnología Responsable, cuya Campaña por una alimentación más sana en los Estados Unidos está diseñada para crear el punto de rechazo a los transgénicos por los consumidores, obligándolos a salir de nuestro suministro de alimentos…

Vote al Comprar Alimentos Sustentables Todos los Días

Recuerde, las compañías de alimentos localizadas en la parte izquierda de esta gráfica gastaron decenas de millones de dólares en las últimas dos campañas-en los estados de California y Washington- para evitar que usted sepa el contenido de sus alimentos. Usted puede igualar el marcador comprando las marcas localizadas en la parte derecha de la gráfica; todas ellas están apoyando la campaña Derecho a Saber I-522. Vote al comprar alimentos sustentables. Esto hará una enorme diferencia.
Cartel de la I-522
Como siempre, lo invito a que continúe educándose sobre los alimentos transgénicos, y comparta lo que ha aprendido con su familia y amigos. Recuerde, a menos que un alimento esté certificado como orgánico, puede asumir que contiene ingredientes transgénicos si contiene azúcar de la remolacha, soya o maíz, o cualquiera de sus derivados.
Si usted compra alimentos procesados, opte por productos que tengan el sello USDA 100% Organic, ya que los orgánicos no permiten transgénicos. También puede imprimir y usar la guía de compras no-Transgénicos, creado por el Instituto de Tecnología Responsable. Compártalo con sus amigos y familiares, y publíquelo en sus redes sociales. Alternativamente, descargue la aplicación gratuita para iPhone, disponible en la tienda iTunes. Se puede encontrar buscando en Google ShopNoGMO en las aplicaciones.

Para obtener actualizaciones oportunas, únase al Proyecto No-GMO en Facebook o sígalos en Twitter. Por favor, haga su tarea. Juntos tenemos el poder para detener que la industria de la tecnología de productos químicos destruya nuestro suministro alimentario, el futuro de nuestros hijos, y la tierra en su conjunto. Todo lo que necesitamos es que el 5% de los compradores estadounidenses dejen de comprar alimentos transgénicos y la industria de alimentos tendría que considerar su fuente de ingredientes. —sin importar que los productos cuenten o no con el etiquetado transgénico.

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